Se acerca el final del 2014 y va tocando parrafada. Es un momento igual que cualquier otro para continuar con la historia comenzada hace doce meses pero supongo que, aunque nos cueste admitirlo, todos sentimos que se cierra un ciclo cuando un año termina y si además, como en mi caso, se hace coincidir con tu cumpleaños, se forma un bucle espacio-temporal de cierre de ciclos que puede lograr que abdique el rey, que nos deje la Duquesa de Alba y hasta que Ramón García vuelva a presentar las campanadas. (Que a Jordi Hurtado le salgan patas de gallo necesita también las 7 Bolas de Dragón)
Dejamos El Origen por abril de 2010, Candela había llegado al mundo y con ella un montón de sensaciones nuevas mezcla del miedo, la emoción, los nervios, la alegría y el sueño… Mucho sueño. Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo, la mía vino con un recorte del 7% en mi salario…
Pero vayamos a lo deportivo que es lo que aquí nos ocupa: No me amilané, dejé de entrenar unos días y al cabo de una semana ya estaba retomando entrenamientos. Poco a poco, sin prisa, ¿qué digo sin prisa? Todos los que tenéis hijos sabéis que desde el día en que nacen, todo se hace con prisa :(. Me refiero a que mis objetivos eran a largo plazo: Bajar de 1h25 en medio maratón para final de año y correr 10km por debajo de 38′ antes del final de temporada, había tiempo.
El Dr. Google y mi amplia experiencia adquirida durante la temporada anterior me ayudaron a programar un plan de entrenamiento aceptable. Realmente era una mierda pero comparado con entrenar sin planificación cualquier cosa es buena.
Empezamos con un día de cuestas a la semana, después otro con cambios de ritmo y rodajes en los días alternos… Mmm esto es poco volumen, vamos a meter un rodaje más largo el fin de semana… Habrá que ir haciendo series o algo, quitamos las cuestas y ponemos un rodaje alegre… Igual sólo esto es poco, quitamos los cambios de ritmo y ponemos un 8×400… Luego unos miles y así hasta el final de la temporada. Lo mismo cada semana. ¿Original eh? ¿No creéis que soy un maestro de la planificación? Tendrían que darme el título de entrenador solo por esto.
Y cumplía, como si me lo hubiese pautado alguien experto en la materia, cumplía a pesar de dormir muy poco y aunque a veces desease mandar el plan al carajo y tirarme en el sofá. Sabía que estaba en un momento crítico: 12 meses pueden parecer muchos, pero para alguien que ya ha abandonado el deporte dos veces en su vida y ha llegado a pesar 90Kg, el trabajo realizado en los primeros 12 meses se podía ir al traste en un «hoy mejor no voy que no puedo con el alma». Así que salí todos los días que mandaba mi querido plan que, por aquel entonces, era de 5 días a la semana.
Fueron pasando los meses y llegué al verano sin pena ni gloria, dormía una media de 4 o 5 horas al día y hacía lo que podía. Con el final del curso escolar llegó un soplo de aire. Y es que el no tener que ir a trabajar se notó y mucho en aquel entonces. En otro caso, dudo que hubiera aguantado mucho más.
Poco a poco me iba encontrando mejor de forma, había marcado como día D la media maratón de Pontevedra que el año anterior había sido a finales de noviembre. Sin embargo, la fecha cambió al último fin de semana de Octubre y mi poder de improvisación no hizo más que cambiar un rodaje rápido por un 8×1000 3 semanas antes. Un genio, vamos.
Para allá me fui, corto de preparación no, lo siguiente, cansado como pocas veces y con pocas esperanzas de lograr el objetivo. Eso sí, con el coraje que caracteriza a los que no tienen nada que perder. Pasé el km 10 en 39′ que, en aquel momento, significaba una marca personal en 10000m y sufrí una petada de las que hacen época.
Aguanté como pude la sangría de segundos a partir del km 15 y haciendo un esfuerzo que no sé si hoy sería capaz de repetir llegué a los últimos Km con opciones de lograr mi objetivo. Cuando faltaban unos 500m me di cuenta de que podía bajar de 1h24:24, una marca absurda sino fuera porque eso marcaba la diferencia entre correr por debajo de lo 4’/km y no hacerlo (Lo que viene a suponer la diferencia entre ser un paquete y ser un paquete sub4). Evidentemente no lo conseguí: 1h24’26», pero eso no empañó mi actuación de la cual estuve, y todavía estoy, muy orgulloso. Me dije que al año siguiente me comería con patatas esa marca y, a día de hoy, aún no la he mejorado.
El resultado de esa carrera no hacía más que corroborar mi buen hacer a la hora de elaborar mi plan de entrenamiento. Aquello de las pruebas de esfuerzo, los umbrales, el Vo2 y la capacidad de asimilación eran para gente que no gozaba de mi «ojo de buen cubero». ¿Se puede ser más pringado? Se puede, no os perdáis los siguientes capítulos.
Con la moral por las nubes me creí capaz de bajar de 39′ en la San Martiño, para la cual faltaban solo 2 semanas. El tiempo de paso del km 10 en la media me decía que estaba hecho y mi criterio de experimentado entrenador también. De hecho, ya no necesitaba al Dr. Google para seguir mejorando, mi experiencia me sobraba y me bastaba. Mi experiencia y mi genética privilegiada que me permitía ser un «paquete casi sub4».
El resultado no pudo ser otro, ni sub 39 ni leches en verso, por los pelos conseguí mejorar la marca del año anterior y gracias. Aún a día de hoy, la San Martiño es una carera de la que siempre me he ido con un sabor amargo, nunca me la he perdido y nunca la he corrido bien. ¿Qué puede haber pasado? ¿Cómo es posible que no haya mejorado ese crono? ¿Estará mal medida :D? ¿Será el cansancio acumulado? ¿Habré calentado poco? ¿Habré calentado mucho? ¿Habré salido muy rápido? ¿Habré salido muy suave? ¿Qué fue primero?¿El huevo o la gallina? Estaba hecho un mar de dudas… No tuve más remedio que bajar la cabeza y reconocer mi error: Había abandonado a Google demasiado pronto.
Búsqueda por aquí, búsqueda por allá y casi siempre la misma respuesta: A veces, hay días malos. Pues vaya respuesta!¿Y de ti dicen que tienes respuestas para todo?. Otra como esta y soy capaz de pasarme a Bing. Finalmente, decidí que tal vez estuviera muy cansado y se me ocurrió introducir una semana de descarga cada 4, en la que sólo rodaba. Para que se viese mi calidad como «míster».
Llegaría diciembre y con él el frío, la navidad, el turrón y las comidas copiosas pero antes había una cita ineludible en el calendario. Se trataba de la prueba que me había dado mi mayor éxito deportivo hasta la fecha: Un segundo puesto en la clasificación de corredores locales sí, qué pasa? No todos somos Bekele. Bien contento que me fui yo para casa con mi trofeo.
Se trataba, efectivamente, de la Pedestre do Nadal de San Cibrao. Esa crónica bien se merecía otra historia completa pero tampoco os voy a torturar tanto que bastante habéis hecho si habéis llegado hasta aquí… Yo creo que es buen momento para poner el punto y seguido. En unos días, más.