Con la vuelta al cole resurge de sus cenizas el debate de todos los años: El gasto que supone para las familias el inicio del curso escolar. Y es que estamos hablando de más de 200 euros por niño en las etapas obligatorias iniciales y eso no es moco de pavo.
Que un crío de 6 años tenga que llevar al colegio diez libros de texto de diez materias diferentes me parece, con todos mis respetos, una auténtica barbaridad. Un niño de esa edad no tiene ni que saber leer ¿Para qué quiere tal cantidad de libros, entonces?
Un alumno de primaria debe dedicar su tiempo a mejorar sus herramientas de comunicación, ellas serán las que lo capacitarán para aprender cualquier cosa en el futuro, aprender a leer, a escribir y a expresarse oralmente en dos o tres idiomas. A eso le añadimos un poco de aritmética básica que permita resolver problemas elementales y ya está, el resto del tiempo debería dedicarse a adquirir hábitos adecuados de vida saludable y a mejorar la sensibilidad musical y artística. Atiborrar de contenidos y tareas a niños de menos de 10 años solo puede llevar a que aborrezcan lo que están haciendo y a no afianzar nada de lo que aprendan por lo que será olvidado en poco tiempo.
A lo mejor estáis pensando que me he dejado muchas cosas como geografía básica, nociones de historia, algo de biología, fisionomía del cuerpo humano, un poco de física elemental, tecnología, informática… Todo eso suena muy importante y parece que todo lo que parece importante debe estudiarse explícitamente en la escuela. ¿Cuantos de vosotros sabrían ahora mismo cuáles son las provincias de Castilla y León? ¿Sabéis el nombre de una docena de músculos del cuerpo humano? Si la respuesta es sí a ambas preguntas es que estáis muy por encima de la media. Si no lo recordabais, ¿cuánto tardaríais en encontrar la respuesta? ¿Veinte segundos, quizá?
Aun así algunos os echaréis las manos a la cabeza porque pensáis que con la antigua EGB ya se aprendía más que ahora y que reducir aún más el volumen de contenido sería abocar a nuestros chavales a la ignorancia más absoluta. Pues que sepáis que tras la escisión de la URSS, las capitales europeas que recitábamos al dedillo ya no sirven para nada y que con solo un par de clics podemos encontrar todo eso y mucho más si sabemos filtrar bien los resultados.
Perder varios meses intentando que un chaval aprenda algo que podría asimilar en una semana con uno o dos años más de madurez es un absurdo como la copa de un pino. En la escuela perdemos demasiado el tiempo, los programas de las materias son muy densos pero al mismo tiempo son muy repetitivos, se estudia lo mismo una y otra vez porque lo que se aprende no se asimila y así, al cabo de poco tiempo hay que aprenderlo de nuevo. ¿No sería más práctico aprender las cosas bien una sola vez?
Reducir drásticamente los contenidos de la educación primaria no tiene por qué implicar que nuestros hijos sean unos analfabetos tecnológicos o que no sepan situar Madrid en el mapa. Todo eso puede aprenderse de forma trasversal. Aprender a leer implica leer sobre muchas cosas y ahí se pueden tratar otros muchos asuntos sin que los chavales se den cuenta siquiera. Además de que saber no significa ser capaz de recitarlo de memoria sino ser capaz de usarlo cuando se necesite y si algo no recuerda, ser capaz de averiguarlo.
Ahora lo que está de moda es el inglés. Los centros educativos ganan caché si tienen el apellido plurilingüe. IES de Cuspedriños suena vulgar pero IES Plurilingüe de Cuspedriños suena a centro de la élite educativa. Para ello solo hace falta conseguir un pequeño conjunto de profesores que chapurrean en inglés y un grupo de alumnos que lo único que sabe de inglés son los colores y los números, se les mete a todos en la misma habitación y lo que antes era sumar y restar ahora es sum y substract y todo el mundo sabe que esto último es mucho más difícil. El resultado será, como no podía ser de otro modo, un absoluto fracaso y ahí están los números para corroborarlo. Eso sí, el apellido Plurilingüe no nos lo quita nadie.
Los contenidos que se imparten en nuestro sistema educativo son excesivos. Los padres nos damos cuenta de ello, pero no permitiríamos que nuestros hijos “se quedasen atrás” si alguien osase cambiar las cosas. Por eso los apuntamos en un montón de actividades extraescolares para reforzar todo eso que no trabajan suficientemente en el colegio al mismo tiempo que firmamos peticiones en Facebook para la racionalización de los deberes.
Los docentes también nos damos cuenta de ello pero no queremos que nuestros alumnos hayan dejado de ver algo que vayan a “necesitar” el curso siguiente. Seguramente el próximo curso no recuerden prácticamente nada pero así nadie podrá decirnos que nosotros no se lo hemos enseñado, son ellos quienes no lo recuerdan porque son de la generación de ahora que solo produce ninis y delincuentes.
Los alumnos también se dan cuenta, pero ellos están metidos en el bombo y bastante tienen ya con salir de el sin marearse. Alguien tiene que poner en esto un poco de cordura o “atarse bien los cordones” será una materia en pocos años y tendrá dos horas completas a la semana. Que cada uno asuma su parte de culpa.